jueves, 7 de agosto de 2014

... Y UNA BUENA DOSIS DE EELS

¿Cómo se rehabilita un oído? Es la pregunta que más me han hecho este último mes. Y la que me hacía yo misma hace dos meses, cuando me lo dijeron: tienes que hacer rehabilitación. ¿Del oído? ¿Einnn?... Pues sí. Ahora también, del oído. 

Tú oyes, sí, oyes todo con una claridad meridiana (no me gritéis, no hace falta ;), el problema empieza cuando caminas, o simplemente te mueves... y pierdes la horizontal. O sea, tu eje central se va de fiesta y sientes que te puedes caer en cualquier momento. (Lo llaman vértigos, y los hay de todos los tamaños y colores). Así que caminas con tooooda la atención puesta en cada paso. O sea, caminas como si fueras Neil Armstrong y acabaras de pisar la Luna... aunque sólo tú lo notas, es una sensación que va del oído al cerebro y del cerebro al oído, un camino interno, no hay nada visible que te delate en el mundo exterior. 

Nada delata tu condición de astronauta y, por ello mismo, nada la muestra. De ahí las preguntas: "pero entonces, el oído ¿te duele, no?". No.

Así que te pones a rehabilitar. A enseñarle al oído malo cómo tiene que interpretar las señales que le llegan del cerebro bueno (que en esto sí funciona bien, craneotomizado y todo, sabe lo que hace cuando camina). Y mientras rehabilitas, descubres una cosa: tu cerebro es majo y solidario. Resulta que si el oído no hace caso de lo que le dice (a ver, chaval, por aquí, no por ahí... venga, dale, que esto es llano...), el cerebro se pone manos a la obra y activa un mecanismo de compensación para corregir todo lo que el oído hace mal, para que cuando crees que te vas a caer, Neil, no te caigas. Y Neil lo se cae. No hasta ahora, al menos.

Así que en esas estamos, con un cerebro recién estrenado y, encima, haciéndole currar a destajo. Reeducando el cerebro, reeducando el oído... ¡y yo me lo quería perder! En fin. Pero todo este chorreo que os acabo de largar tiene su conexión musical, no creáis. Porque esto no te lo dicen los médicos, claro... ellos te ponen "deberes", ejercicios que tú haces obedientemente, no se paran a pensar si la música podría ayudar también en todo este proceso. Pero a estas alturas de la liga y de la vida, yo ya he aprendido que sí, que la música ayuda, y mucho, a curar cualquier tipo de dolencia física o psíquica.

Música, por ejemplo, como la de este tipo, que sabe bien de su poder curativo. Hace poco tuve la suerte de poder escucharle en directo, mientras apuraba mi última medicación post-quirúrgica (bonito eufemismo para el pastillazo que te atizan contra los chispazos cerebrales indeseados en un cerebro recién craneotomizado... ¿os imagináis un chispazo indeseado en pleno concierto de Eels?... ya, yo tampoco; él seguro que sí). Fue un gran momento, un gran concierto. Grandísimo hombre -y grandísima banda- que nos hizo felices durante dos horas. Es complicado elegir sólo algunos temas para compartir por aquí. Pero lo voy a intentar. El resto corre de vuestra cuenta ;)

Escuchad con el oído y con el cerebro, con el cerebro y con el oído. Ellos saben cómo hacer. Y si uno no sabe, ya sabéis... el otro le ayuda. Somos pura compensación. Somos mucho más de lo que creemos que somos. No hay más que romperse un poco para descubrirlo. De esto también sabe mucho nuestro amigo E. Con él, con ellos, os dejo por hoy... Musicoterapia de la buena.











3 comentarios:

  1. Hola Irene,

    Sigo tu blog de vez en cuando. Tus reflexiones y pensamientos son muy interesantes, la música que te gusta revela cómo eres. Por lo que se desprende de los últimos parece que estás mejorando mucho y espero que estés bien.

    ¡MUCHO ANIMO Y ADELANTE!.

    Un abrazo

    Miguel (tu excompañero de clases de galego)

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  2. Hola Miguel! Qué bueno encontrarte por aquí, en la familia replicante :) Me alegra que te guste el blog!... Yo siempre he pensado que uno es bastante la música que escucha, sí. Aunque aquí cada vez hablo más de todo y menos de música ;)) Estoy bien, mejorando. Espero que tú estés bien también. Por dónde andas ahora? Gracias por tu mensaje!! Un abrazo.

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  3. Hola Irene!. Parece que pierdo las notas que te envío. Si me remites un correo a nunez.miguel@gmail.com te cuento más.

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