domingo, 26 de abril de 2015

TIM, URDANGARÍN, EL BOTELLÍN

Puede que un día tenga nietos. Puede que no. Pero, si los tengo, esta será una de esas "historias que los nietos deberían saber" (plagiando a mi querido Mr. E). Hay muchas otras, mucho mejores, pero esta viene a cuento por aquí porque es de música y, no sé por qué, estos días vuelvo a escucharles mucho y recuerdo ése momento. El momento en que uno de mis dientes quedó mellado para siempre. Por su culpa. La de los Charlatans.

Corría el año 2009. Estábamos en Washington. Buscábamos conciertos y resultó que tocaban The Charlatans en un buen garito de la ciudad: The Black Cat. Planazo. Así que allí estábamos, escuchando a Tim Burgess y su banda unos cuantos amigos de aquí y de allá, que nos reunimos esa noche. Entre ellos, por cierto, alguno muy cercano entonces a la familia Urdangarín (nunca pensé que escribiría este nombre en este blog), antes de que supiéramos que el hoy cuñao por antonomasia andaba metido en tantos fregaos. 

En aquellos días, el rey era rey, la infanta era infanta, vivía en Washington con Urdangarín y apenas se hablaba de ellos. Todos bebíamos y bailábamos aquella noche, ignorantes y felices, en un garito de la ciudad. 

Los de Manchester enlazaban un temazo tras otro y, casi al mismo ritmo, nosotros enlazábamos una birra tras otra. Y en una de esas (la segunda... lo matizo para que no penséis que lo que viene es consecuencia del alcohol), de pronto, clic -bueno, no sé cómo sonó realmente, no lo oí-. Noté algo raro en uno de mis, hasta entonces, hermosos paletos. Fui al baño y, efectivamente, algo raro había pasado: ya no era plano. Estaba mellado. ¿Por un botellín? Sí, por un mísero botellín, que ni siquiera era cerveza patria (con un tercio de Mahou nunca habría ocurrido esto, pensé...).  

Para ser exactos, tendría que decir que fue por un salto con un botellín, lo que viene a decir, por extensión, que fue por culpa de Tim.

Vale, no era gran cosa, apenas se notaba (ellos no se dieron cuenta, siguieron tocando como si nada), pero yo sabía que ya no era la misma: siempre habría un antes y un después de aquel concierto y aquel traidor botellín en mi vida. La cosa nos dio para unas risas, pero para mi ya no era un concierto más. Tenía que hacer algo. Así que al acabar, con mi boca mellada, hice lo que toda grupie que se precie suele hacer (y yo nunca había hecho, por cierto): subir al escenario y arrebatarle la playlist de las manos al batería (la tenía él, no sé por qué). Le di las gracias por el conciertazo memorable estrenando sonrisa mellada y me volví con mis amigos. Desde entonces, ésa playlist cuelga de la pared de mi baño. En el baño, sí. Cuando me lavo los dientes y veo el paleto mellado para el resto de mis días, miro a la pared y recuerdo el concierto, y el momento clic, y me río. Y últimamente, me vuelvo a poner alguno de sus temazos. 

Y confieso que me divierte que mi diente mellado, los Charlatans, el Black Cat, aquel botellín, mis amigos y Urdangarín compartan historia. Y desde hoy, también, un post en este blog.









domingo, 5 de abril de 2015

PLÁCIDO ESTADO PRIMAVERAL

Son días de placidez. De sol que calienta pero no quema, de plantas y árboles que echan sus primeros brotes, de pájaros que se alegran del sol y de los brotes, de humanos que nos contagiamos del buen rollo de los pájaros, los árboles y el sol.

Son días de primavera, que en Madrid duran poco pero se aprovechan mucho. El sol se viene arriba enseguida y empieza a quemar, pero antes de que eso ocurra da tiempo a disfrutar de esta placidez, de los días suaves, templados y en calma, mientras la vida vuelve a nacer (que esta es la verdadera resurrección, por cierto, la de la naturaleza en primavera... y para esta, además, no hace falta fe ciega, la ves cada día).

Para estos días -como para todos- hay una música que acompaña bien. No es nueva, pero la estoy recuperando y vuelve a ir conmigo a todas partes. El tipo se llama Benjamin Francis Leftwich, es británico, tiene 25 años y sólo un disco de momento, pero vale por mil. Porque "Last Smoke Before the Snowstorm", publicado en 2011, tiene temas tan preciosos como estos.




Él cita como influencias a Ryan Adams, Arcade Fire o Bruce Springsteen (???). A mi me recuerda mucho más a la música de Bon Iver, Alexi Murdoch, Damien Rice o Josh Rouse, por ejemplo (a una mezcla de todos ellos). Pero bueno, él sabrá. Os regalo otro tema más, pero lo que os recomiendo es que escuchéis el disco entero, que es una joya y funciona perfectamente como si fuera un único tema de una hora. A ver si conseguimos que el chavalín se de una vuelta por estos lares, sería precioso poder escucharle en directo. De momento, dejaros acariciar un rato por el sol y por su música, que en realidad son parte de lo mismo: el plácido estado primaveral.

"I've got a plan, I've got an atlas in my hands." Quién no ha sentido eso alguna vez...