jueves, 17 de julio de 2014

THE REAL THING

¿Cuánta realidad hay en las redes? ¿Qué realidad es la que mostramos? ¿La de las redes (2.0) y la real (1.0) van de la mano, se tocan en algún punto o son paralelas?

Por realidad me refiero a lo tangible, palpable, que se puede ver mirando con y a los ojos, tocar con las manos, sentir, disfrutar, oler, doler... y así. No hablo de si lo que se muestra en las redes es más o menos verdad o más o menos impostura, sino de en qué dimensión nos movemos cuando nos mostramos en ellas, desde dónde nos mostramos y qué es lo que "realmente" mostramos. 

Vivimos una especie de "muestro, luego existo". Pseudorealidades virtuales que mostramos como reales, en el acuerdo tácito al que hemos llegado de que lo son y hay que otorgarles ese valor. Pero no somos tontos (algunos sí, pero pocos), todos sabemos que en las redes -como en la vida- hay teatro, y que los personajes no siempre son la persona. No toda la persona, vamos... y en algunos casos, nunca: son otra.

La realidad de las redes, como la real, tiende a mostrar la cara amable del que muestra y de lo que muestra. Mostramos, y compartimos, cosas o momentos bellos, agradables, estimulantes... y cuanto más les guste a los demás lo que nos gusta a nosotros, mejor. ¿Triunfaría, por ejemplo, un Instagram para compartir miserias? ¿Colgar lo que no te gusta de tu realidad y que otros a los que tampoco les guste le dieran todo el rato al "no me gusta"? ¿Se celebrarían los nomegusta como se celebran los megusta o nos hundiríamos en la más absoluta de las miserias? "Ohhhhhhhhhhhh... 103 nomegusta, nonononooooooooooooo!!!!!"

Porque en lo real, en la realidad fuera de las redes, en lo que "no se muestra, pero existe" ocurre así todo el rato: un poco de megusta y otro poco de nomegusta, todo va y viene en pequeñas dosis por lo general... aunque a ratos, domine claramente el megusta o el nomegusta. Según los momentos.

Yo no tengo respuesta a estas preguntas, sólo sé que este mundo 2.0 que nos hemos montado cada vez me genera más dudas y me interesa menos. Desde hace algún tiempo ya... aunque ahí sigo, mientras voy despejando mis dudas: mostrando y compartiendo como la que más. Pienso, dudo, observo, me muestro, me pregunto... luego existo. 

Y sé que si un día dejamos de mostrarnos tanto, seguiremos existiendo. Intuyo que quizá mejor, que la realidad volverá a ser más real... pero, de momento, sólo tengo dudas y preguntas. De momento, aquí seguimos.








sábado, 12 de julio de 2014

QUE LA VIDA IBA EN SERIO, QUE SÍ

"Eres muy valiente", te dicen. Y tú lo agradeces, pero sabes que no es verdad. No del todo. Fuiste valiente, pero ya no lo eres tanto. La ignorancia nos hace valientes. No saber nos convierte en ingenuos y atrevidos. Ay, la felicidad de no saber… la necesidad de no saber, de hecho, para poder afrontar ciertas cosas con ánimo y valentía. Pero ay… lo irreversible de saber. Cuando sabes, ya no hay marcha atrás. No puedes desconocer lo que ya conoces. Y yo ahora ya sé cosas que no sabía. Y me siento más frágil y vulnerable que en toda mi vida.

Es cierto que nunca fui miedosa (salvo a algunas cosas… como Rajoy). Ahora sí, o al menos un poco más. Y los de ahora son miedos raros, nuevos, a cosas pequeñas y cotidianas (que no confesaré en este blog). Pero es que ahora es todo pequeño. Y grande a la vez. Cada paso pequeño forma parte de uno grande, aunque en el momento no siempre nos demos cuenta. La vida se construye a cada paso. Y se destruye igual: a cada paso. Somos la suma de nuestros pequeños pasos. Y cada paso cuenta. Porque los grandes cambios siempre llegan caminando despacio, después de muchos pequeños pasos... de los que a veces no somos ni conscientes.

Mientras caminamos, además, vivimos al revés, dando por hecho que la vida es estar bien, que “lo normal” es estar bien, sano… cuando eso es lo raro precisamente, que la compleja máquina que somos funcione más o menos bien cada día. Viendo un cerebro por dentro resulta casi imposible de entender. Es increíble, una maravilla. Pero más increíble es que lo demos por hecho, que nos parezca “lo normal”. No. Lo normal es que te pasen cosas, lo normal al estar vivo es morirse en algún momento (más pronto que tarde, si nos parásemos a mirar las vidas que llevamos…). Va en el pack: tan “normal” (habitual, frecuente y natural) es vivir como morir. Pero la segunda parte, a veces, se nos olvida. Mejor dicho, para poder vivir sin la ansiedad –añadida- que supondría tener presente todo el tiempo que uno se puede morir… preferimos olvidar, vivir como si no hubiera muerte. Y ahora mismo no se me ocurre nada tan absurdo como eso. Somos una especie absurda. Maravillosa y absurda a la vez.

En este camino maravilloso y absurdo, yo ahora voy más despacio, por exigencias del guión. Y al caminar más despacio, se ven más claras algunas cosas que hemos ido olvidando, en el afán por escapar… Hay una muy sencilla (pero nada fácil de cumplir, en la práctica): no correr. Parar y recuperar lo esencial, que es muy poco.

Es muy poco... e incluye morir. Saberse vivo y (potencialmente) muerto a la vez. Y, por ello, más vivo todavía.

No sé qué música podría acompañar este post tan poco musical que os acabo de largar... creo que le puede ir bien este viejo hit de los 70 que tantos buenos momentos nos ha dado (y nos dará), de cuando todavía no sabíamos tanto, de cuando parecía que la vida era eterna... "Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde", decía Gil de Biedma cuando le leíamos tan jóvenes, sin entender realmente de lo que nos estaba advirtiendo. Un temazo de cuando parecía que la vida era eterna y podíamos pasarla bailando sin más. Ahora también bailamos, pero sabiendo que hay más. Mucho más.

Subid el volumen y que vivan los Bee Gees!!! (por cierto, dos de los tres ya están muertos...).