sábado, 14 de enero de 2017

LA VIDA EN 20 MINUTOS

¿Cuántos intervalos de 20 minutos hay en un día? ¿Qué haces en esos 20 minutos? ¿Qué has hecho en ése día cuando, al final, sumas todos los intervalos de 20 minutos que hay en 24 horas? La vida pasa en esas 24 horas pero... ¿lo hace en intervalos de 20 minutos? ¿Por qué 20 minutos? ¿Puede cambiar una vida en 20 minutos? ¿Late distinto el corazón cada 20 minutos? ¿Puede que en un momento dado estés sufriendo y angustiado pero a los 20 minutos estés tranquilo y relajado? ¿Cada cuánto cambia el estado de ánimo? ¿Cuántas veces al día puede cambiar? ¿Lo hace en intervalos de 20 minutos?

Y sobre todo... ¿por qué me estoy haciendo todas estas preguntas absurdas?

Tengo un holter pegado a mi cuerpo desde hace ocho horas, que se activa cada 20 minutos durante 24 horas de forma ininterrumpida. Divertidísimo. No hay plan mejor para un sábado. El brazo ya lo tengo medio gangrenado de la presión, de tanta presión en el mismo sitio cada 20 minutos... pero yo ya me he acostumbrado al chisme y al ruido de motor desvencijado cada vez que se pone en marcha. Cada 20 minutos. Puede que no lo devuelva, oye.

Vivimos la vida, cada día, sin dividirla en intervalos de tiempo, como un contínuo en el que hay ciertas horas marcadas, citas fijas, momentos clave... que claramente son esos y no otros, cada día. En fin de semana la cosa cambia. Al menos en mi caso, no hay reloj. No hay horarios. Por eso, la prueba del holter en fin de semana está resultando de lo más curiosa. Al ser consciente de cómo pasa el día en intervalos de 20 minutos, eres más consciente de lo que haces en cada momento. Y de lo que no haces. Es como si un enanito en el hombro te soplara al oído: "tienes 20 minutos más por delante para seguir haciendo esto o para hacer otra cosa". O al revés: "tienes 20 minutos menos de vida por delante, piensa qué has hecho con ellos y si ha merecido la pena". La cosa es surreal y no lleva a ninguna parte. Ya.

Pero, curiosamente, esta extraña vida de 20 minutos en 20 minutos me ha hecho sentarme a escribir en este blog después de meses y meses sin hacerlo (hmmmmmmm... ¿cuántos intervalos de 20 minutos hay en un mes?). Bienvenido sea el holter, pues.

Este post no tiene ningún sentido, más allá de divertirme. Pero puede que lo esté escribiendo también porque me doy cuenta (en estos 20 minutos que estoy aprovechando para escribir entre mannequin challenge y mannequin challenge conmigo misma) de lo cortos que son los días, vistos en intervalos de 20 minutos, de lo rápido que pasan esos intervalos, de la cantidad de cosas inútiles (y por eso mismo, placenteras) que puedes hacer en 20 minutos cuando no estás trabajando. De lo corto que es el día, de lo rápido que pasa la vida (hmmmmmmm... ¿cuántos intervalos de 20 minutos caben en una vida?).

Así que, antes de que se me acaben estos 20 minutos y el brazo se me vuelva a gangrenar, quiero aprovechar para desearos un año 2017 breve pero intenso, y lleno de buenos momentos, a todos los que os paseáis por aquí. Con holter o sin holter que os recuerde que el tiempo pasa, sed conscientes de cada minuto que vivís y disfrutadlo si podéis, porque ése ya no vuelve. (Esto tiene mucho que ver con lo de estar en el presente, sí, y lo de la atención plena... pero mira tú, después de tantas sesiones y lecturas sobre meditación, es un pequeño y viejo armatoste que pita cada 20 minutos el que me ha hecho ser más consciente de todo esto. Me encanta).

Os dejo con un tema precioso que escuché hoy, hace muchos 20 minutos ya, y que me ha hecho descubrir además a una de las hijas de mi admirado Johnny Cash. Escuchadles...
 





No hay comentarios:

Publicar un comentario