domingo, 10 de noviembre de 2013

SUDAR COMO SUEDE

Sólo un british puede sudar la camisa de forma tan elegante, comentábamos anoche en el concierto. Brett salió impoluto al escenario: camisa blanca, pantalones pitillo, anillo negro, icónico flequillo, cara angulosa, sonrisa real y voz impostada. Elegancia natural made in UK. Pero la camisa le duró poco. Tres o cuatro canciones después, ya completamente sudado -y viendo que la "beautiful audience" estaba entregada hasta las trancas- Brett se desabrochó la camisa y mostró su torso el resto del concierto. Ay.


Tiene 46 años, y unas "tabletitas" abdominales que ni el más veinteañero de la sala... si es que había alguno. Un físico envidiable no sólo para mostrar sino -y sobre todo- para permitirse saltar, subir, bajar, sudar sudar y sudar durante hora y media como si no hubiera mañana... como si estuviéramos viendo al Suede del Brixton Academy, sí, al de hace 20 años (al del post anterior). Pero ya no me da ninguna pena no haber estado en ése concierto. Me quedo con el Brett Anderson de 46 que anoche pasó por La Riviera, cual veinteañero en su primer escenario (a ratos paraba, miraba con sorpresa el fervor del público y reía, pero de verdad, con la risa del tipo feliz que no se lo acaba de explicar... flipando un poco con tanta entrega, 20 años después). Brett anoche se lo pasó como un enano, en eso no creo que me equivoque. Y gracias a eso, nosotros también. 


Hubo revival, además, mucho, no faltaron casi ninguna de las clásicas... Y encima, el tipo hizo las delicias de los fans de primera fila, con los que cantó, se contoneó y hasta se abrazó (o se dejó abrazar) en varias canciones. Había mucho cuarentón en la sala, pero el espíritu teenager de Brett lo contagió todo, desde el minuto cero. Fue un conciertazo mítico, de esos que se recuerdan ya toda la vida. Así que no, Brett no nos falló. De hecho, nos dejó boquiabiertos. Yo, al menos, iba esperando un poco al tipo tristón que vi hace 6 años, en acústico y solitario... y me encontré con un tipo tan glamuroso y elegante (tan Bowie) como cercano y simpático. Entonces también fui con mi amiga Edurne, y anoche tampoco ella podía creer que estuviéramos viendo al mismo ser. Las dos salimos enamoradas cual teenagers, creo que como toda la sala.


Sólo me queda una cosa: recomendaros fervientemente que los veáis, si tocan por vuestros lares... Suede no ha vuelto, es que nunca se fue. 


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